Lo tangible de lo intangible
Cuando nuestra obsesión por atesorar se traslada de los objetos a servicios y bytes.
Ed 29/52
Debo decir que en una caja, bajo mi escritorio, bien cerrada, para no empolvarse, se encuentra una colección de Cds que coleccioné en mi adolescencia y mis años universitarios, y también, en un disco duro, tengo alrededor de 30 GBs de MP3 atesorados como mi colección de música, todos están bien nombrados y con su respectiva arte de portada.
No tengo una colección amplia de películas, pero entre las que tengo está la serie de Heroes, que por cierto vi primero rentando en Blockbuster, y me gustó tanto que terminó siendo un regalo de cumpleaños de ahora mi esposa; un concierto en vivo del trio, en aquel tiempo, Underworld, y un concierto de Kraftwerk, la trilogía de Matrix, incluyendo Animatrix, Lilo & Stich, Wall-e e Inception.
Y este recuento se da, porque me he dado cuenta de la intangibilidad que hoy hay en este tipo de “objetos”, Ya les había contado en la edición 26 que me resistí a cambiarme a Sketch, pues debo aceptar que una aparte de mí no aceptaba el servicio de Spotify y luego de Apple Music, cuando estos estuvieron en México. No me hacía sentido no poseer la música aunque fuera en archivos Mp3, curiosamente no me pasó lo mismo con Netflix… soy complicado.
Ahora que tengo cuentas en varios servicios de video y Spotify, me he dado cuenta de la inmediatez de tener a tu alcance el catálogo más completo de música y video. Lo importante ya no es tenerlo, ahora es: verlo cuando quieras y dónde quieras. Pasamos a trasladar el valor de poseer un objeto a utilizar lo que queramos de forma inmediata, de forma utilitaria, lo cual, puede ser muy práctico en muchos sentidos. Esto es, para mí, la evolución de las bibliotecas, o una metáfora de ellas; porque quizá son más parecidos a clubs de membresías, donde al ser parte, puedes tener a tu alcance según sea el caso; audio, video, gaming y, por supuesto, libros electrónicos, como en las bibliotecas de antaño. Lo importante de estos lugares o plataformas es el acervo que albergaban y eso es el servicio que exactamente nos están ofreciendo, solo el uso y no el obtener ese objeto.
¿Hasta qué punto digital es mejor? O ¿Hasta qué punto hemos borrado de nuestra percepción la diferencia entre usar un servicio y poseer bienes? ¿Qué pasa si un día una de esas películas o series que tanto disfruto ver desaparece del catálogo digital y nunca más es exhibida?, será que hay un riesgo inminente de que muchas obras pasen inadvertidas por el paso de la historia solo porque no hay medios disponibles para su reproducción y/o exhibición. Porque hoy el algoritmo de lo que es más popular y los acuerdos para obtener licencias es lo que hace que un título continúe en un catálogo o no y cambie sin previo aviso.
E incluso, muy a mi pesar, un archivo Mp3 no es algo tangible, aunque me da esa sensación de poseer algo, en un sentido estricto es código codificado que mediante un proceso es decodificado para que lo pueda escuchar, bytes que viven más en el espectro del electromagnetismo que de los átomos.
Puede parecer trivial, pero en mundo donde la mayoría de las cosas son intangibles; porque son software, son código; como tus transferencias de dinero o son archivos digitales; cómo las fotos que tomas para recordar viajes, tus videos y tus memorias. Las interacciones sociales que tienes desde tu móvil, existen pero no son cara a cara, no son tangibles o físicas, pero ¿Son reales?
Si llevamos esta misma idea al mundo de arte digital. ¿Qué es un original en el arte que se basa en archivos digitales? Quizás deberemos replantear las referencias que nos indiquen cuando una obra es una copia o es original, porque en digital eso no tiene sentido, el duplicar un archivo es algo más cercano a clonar que hacer una fotocopia, no existe un archivo cero, al menos en un sentido perceptible, si en un sentido de registro, pero no es algo perceptible para el usuario del objeto digital.
Si lo llevamos a cosas más cotidianas, tu dinero solo es un número que es mostrado en una app, pero no necesitas tener el dinero de forma física, de hecho tampoco el banco lo necesita, pero sigue siendo dinero real, válido para hacer transacciones.
No estoy diciendo que debemos de regresar a lo físico, algunas cosas son mejor así, sin duda, pero otras no. Mi reflexión va sobre como quizás debemos de replantear la idea de poseer y la idea de la pieza original, en un lugar donde lo digital no ha establecido una diferencia real, y donde aunque no poseemos nada, podemos seguir rememorando cosas, recordando momentos sin importar si se trata de un CD, una foto en papel o bytes. La capacidad que ese archivo me hace conectar momentos, recuerdos e ideas, es lo que hace tangible esos bytes, que hacen que sientan tan reales y puedan despertar deseo de atesorarlos, aunque sea una playlist, en una lista de películas favoritas o en un NFT en una colección de arte digital.
Al final somos seres igual de intangibles a nivel atómico, solo hay espacio rodeándonos, pero somos reales. El significado de lo que hacemos y la marca, buena o mala, que podemos dejar en los otros, es lo que nos hace reales haciendo tangible lo intangible.
Nos vemos en la siguiente edición
Para revisar 👀
Cubic.art
Después del hype de la supuesta quema de una obra de arte de Frida Khalo para mintear NFTS que tuviera solo una base digital, Daniel Gurrola me compartió el sitio de Cubic, una interesante iniciativa donde básicamente puedes comprar una porción de una obra de arte por medio de un grid de NFTS. Imaginen esto para comprar una porción de propiedades y recibir la proporción respectiva en dinero de la renta o compra de ese lugar.
Para escuchar 🎧
Unspoken Words
De Max Cooper, si tiene Apple Music, escúchenlo con Dolby Atmos, acá el playlist de Spotify, acá para comprar el blue Ray