Cuando el diseño se automatiza: ¿qué nos queda a los diseñadores?.
Una reflexión sobre el impacto de la IA, y las preguntas importantes que deberíamos de estar haciendo.
Ed. 71
El cambio en nuestra manera de diseñar
Es evidente que, como diseñadores, nuestra forma de trabajar ha experimentado cambios significativos. La pandemia puso a prueba muchos servicios y nos demostró que era posible llevar a cabo procesos de manera remota. Las herramientas colaborativas adquirieron un nuevo valor al permitirnos trabajar en paralelo y optimizar nuestros flujos de trabajo.
Ahora, con la llegada de herramientas como ChatGPT, la evolución tecnológica abre un abanico de posibilidades que pueden transformar nuestra manera de diseñar de formas inimaginables. Esto ha dado lugar a debates sobre si las herramientas de Inteligencia Artificial (IA) podrían reemplazarnos o, por el contrario, si pueden servirnos para ampliar nuestras capacidades y mejorar nuestra eficiencia.
Pero el proceso de diseño es complejo, requieres entender un contexto, evaluar necesidades y delimitantes. Puedes tener inputs de forma muy rápida, pero eso no siempre significa que los outcomes llegarán de forma rápida y vertiginosa, un proceso de diseño eficiente no siempre puede medirse enfocándose solo en la reducción de tiempo, porque de nada sirve tardarse poco si al final nuestra solución es incorrecta.
Más allá del prompt: el espejismo de la automatización
Para muchos, el prompt se ha convertido en una especie de solución mágica. Caemos en la ilusión de que la herramienta, por sí sola, es suficiente para obtener resultados excepcionales. La inmediatez con la que se generan imágenes atractivas y respuestas elaboradas nos seduce, haciéndonos creer que el tiempo invertido en obtener buenos resultados es menor o, peor aún, que el talento puede ser sustituido por eficiencia y experimentación.
El cambio de paradigma: redefiniendo el rol del diseñador
El cambio en la manera en que diseñamos ya ha comenzado, y no hay duda de que las herramientas de IA nos permiten alcanzar niveles de ideación sin precedentes en tiempos récord.
Más allá de sus capacidades técnicas y su evolución, hay preguntas de fondo que me mantienen alerta:
• Si el diseñador se convierte en una especie de curador, ¿cómo aseguramos que las futuras generaciones desarrollen el buen ojo y la experiencia necesaria sin la práctica constante?
• ¿De qué manera cambiará nuestra concepción del diseño cuando la IA esté profundamente integrada en nuestros procesos?
• Si la eficiencia aumenta, ¿necesitaremos menos diseñadores, o la demanda de diseño seguirá creciendo?
Cada transformación en los procesos de producción ha traído consigo una redefinición de los roles. Le ocurrió al diseño gráfico con la llegada de las computadoras y el software de edición: desaparecieron ciertos pasos manuales, se automatizaron tareas y surgieron nuevas especializaciones.
La industria de la fotografía es otro ejemplo, hoy encontrar rollos fotográficos es complicado y en algunos casos es imposible, las cámaras profesiones cada vez más adoptan el enfoque mirrorless y los dispositivos móviles y la fotografía digital cambiaron la forma en cómo consumimos y tomamos fotografías. Hoy es más sencillo mostrar una pantalla para ver una fotografía que tener un librero con álbumes de fotografías impresas
Donde antes era fundamental la destreza con el cutter y el aerógrafo, hoy es impensable trabajar con software especializado. Tal vez, en un futuro cercano, los prompts y agentes de IA se convierten en herramientas esenciales para la ideación y ejecución del diseño.
IA y diseño: ¿Integración o reemplazo?
El problema es aún más complejo debido a la diversidad de contextos. Mientras que algunas organizaciones han madurado en su enfoque del diseño, en otras apenas se empieza a reconocer su valor. Estas diferencias harán que la forma en integrar IA a los procesos sea diametralmente distinta.
En algunos lugares donde haya poca madurez de diseño, será más conveniente (en un sentido económico) usar herramientas de IA y, en todo caso, contratar un operador técnico, o alguien del propio equipo podría desarrollar ese skill técnico. Las necesidades en estas organizaciones tienden a ser utilitarias y rara vez estratégicas, y por ello el diseñador corre el riesgo de ser reemplazado
En otros casos, habrá lugares donde se cuentan con presupuesto y maduración en diseño, con equipos ya formados y procesos claros para la ejecución del mismo, como es el caso de empresas enterprise. Sin embargo; el cambio de los procesos de diseño requieren integraciones con seguridad y privacidad, aquí las integraciones con IA no se darán hasta que existan soluciones estables y el ciclo de diseño este completo. Los cambios en el proceso siempre significan una inversión en la organización y estas deben de garantizar una reducción de costos a mediano y largo plazo.
Es posible que en ciertos entornos veamos una ola de despidos de diseñadores por el uso de servicios automatizados, seguida años después por una rectificación del mercado, donde se comprenda que las soluciones absolutas rara vez funcionan.
También encontraremos contextos en los que el diseñador no sea reemplazado, sino potenciado por la IA, desempeñará un rol más estratégico.
El negocio detrás de la IA: ética vs rentabilidad
Por último, hay otro factor que no debemos olvidar: las empresas que desarrollan IA buscan rentabilidad. La historia de la informática nos ha demostrado que no siempre prevalecen las mejores soluciones o estándares; a menudo, el mercado favorece opciones menos eficientes pero más rentables.
Si bien, el debate sobre la IA en el diseño suele girar en torno a su impacto en los roles profesionales, hay otro nivel de discusión que no podemos ignorar: el diseño de las propias inteligencias artificiales. Existen enfoques como Human-Centered AI (HCAI), que buscan garantizar que estas tecnologías sean accesibles, equitativas y libres de sesgos. En teoría, esto debería guiar la creación de productos más inclusivos y transparentes. Sin embargo, en la práctica, muchas decisiones en el desarrollo de IA están condicionadas por la necesidad de obtener ganancias a corto plazo, lo que hace que estas prioridades éticas queden en segundo plano.
Esto ya ocurrió en otros ámbitos, como el diseño de algoritmos para redes sociales, donde la optimización para el engagement ha terminado priorizando contenidos que generan polarización y desinformación, porque estos generan mayor interacción y engagement de los diarios a las plataformas.
Con la IA generativa podíamos ver un patrón similar: la promesa de accesibilidad y democratización de la creatividad podría verse opacada por modelos diseñados para favorecer intereses comerciales antes que el bienestar de los usuarios.
Como diseñadores, no solo debemos pensar en cómo nos afecta la IA en nuestros procesos, sino en cómo influimos en su desarrollo. Si sabemos que los incentivos económicos pueden comprometer el diseño ético de estas herramientas, ¿qué rol debemos jugar en la construcción de una IA que realmente ayude a las personas?
Conclusión: La IA y el futuro del diseño
El impacto que IA va a tener en diseño no es un fenómeno que se pueda atacar con respuestas simples. Por ello, mi mejor sugerencia es no caer en afirmaciones extremas ni en discursos sensacionalistas que solo buscan clickbait y reacciones inmediatas. Yo mismo he caído en esa tentación.
La discusión no debe centrarse en si las herramientas incorporarán IA, porque eventualmente lo harán. Tampoco en debates sobre títulos como AI Designer. La verdadera pregunta es: ¿qué impacto tendrá la IA en nuestra profesión y cómo podemos aprovecharla de manera consciente?
Por ello, es fundamental analizar nuestro contexto, mantenernos informados y, sobre todo, seguir siendo reflexivos y críticos ante los cambios que están por venir.
Nos vemos en la siguiente edición.
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